Leemos muy al principio del “Alexis” de Yourcenar una reflexión equívoca e inquietante: “Es humillante pensar que tantas aspiraciones confusas, tantas emociones (sin contar con los sentimientos) tienen una explicación fisiológica”. Usa el verbo tener en su acepción de obligación, y en indicativo, el modo verbal de la realidad.
Se refiere a la tormenta psicológica continua en la mente de su personaje homosexual masculino a punto de aceptarse tal cual es. Que se trate de un homosexual masculino no excluye que sea ella la que razone sobre sí misma. Su corta edad y el silencio en que se tenía por entonces a la homosexualidad femenina, hacen pensarlo así.
Y ¿Por qué llega a lo de la fisiología? Porque es amplísima su formación en historia y literatura clásicas y no puede dejar de haber oído, ponderado y asimilado, la sentencia inserta por el poeta latino del siglo primero a.c. Tito Lucrecio Caro, en su compendio científico-didáctico en verso “De Rerum Natura”: “Ex nihilo nihil fit”: Nada se hace de la nada, nada procede o viene de nada, excluyendo de un plumazo toda la teoría del alma inmortal y sus potencias.
Parménides y Demócrito ya lo habían insinuado; el uno, afirmando que ningún ente “surgía” de la nada; el otro, con su teoría del átomo como constituyente del Mundo. Pero no hay noticia hasta ese momento, de sentencia tan categórica e inteligible como la de Lucano.
Esta sentencia axiomática tiene su corolario: Los entes del Mundo, los físicos y los “espirituales”, lo son en razón de la materia estructurada en millones y millones de configuraciones individuales de las que depende su identidad. Solo cuatro palabras bastaron para cimentar lo científico, lo evidente, lo verdadero. La historia del Cosmos, a partir de entonces, fue la historia de los cambios experimentados por la materia en su devenir. La Ciencia dejó de dar saltos en vacío.
A día de hoy, la ciencia no se pregunta por la razón de las cosas, ni si en ellas cabe alguna intencionalidad. Se pregunta únicamente por cuál es el material de que están hechas, por cómo están estructuradas y que funciones les son inherentes. La metafísica, relegada entre las supersticiones. La ciencia constata la existencia de la Eternidad pero no trata de explicarla, reafirmada como está en considerar este intento una aporía, es decir, un fondo de saco sin salida ¡“Ex nihilo nihil fit” desde siempre y para siempre!
Es fácil desmontar lo irreal de la idea preponderante de la existencia de un alma inmortal. Basta una lesión o la simple intoxicación de las neuronas, para que la dicha alma cambie radicalmente de comportamiento ¿Por qué? Porque en el cerebro se sustenta todo lo que el alma abarca y contiene; lo vegetativo, lo sensitivo y lo “espiritual”. El homosexual lo es en razón de que en el área en el que arraiga su instinto sexual está impresa esta condición.
¿Qué esta aseveración no es demostrable? Lo será. Indicios ya tenemos: en el homosexual los hemisferios cerebrales adquieren diferentes dimensiones que en el hetero y en el gen de la masculinidad, en el cromosoma Y, se observan diferencias de estructura. ¿Qué esto es fantasios? Ya llegará el Galileo que demuestre su veracidad.
Alguien dirá que hablar así es simplería, que es como si se explicara el firmamento habiéndolo escrutado solo con prismáticos, pero es innegable que los avances tecnológicos nos aproximan cada vez más a las estrellas. Igual ocurre con el paralelo “firmamento” del átomo.
¿Qué hay de humillante en esta explicación? No veo qué. Tal vez Yourcenar se gloriara, sin razón, de estar hecha a la manera de Dios y, de golpe, hubiera descubierto que somos materia animada. Mejor hubiera sido haber utilizado el participio de presente del verbo decepcionar, decepcionante.
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ResponderEliminarComentario al Alexis de Yourcenar
Leemos muy al principio del “Alexis” de Yourcenar una reflexión equívoca e inquietante: “Es humillante pensar que tantas aspiraciones confusas, tantas emociones (sin contar con los sentimientos) tienen una explicación fisiológica”. Usa el verbo tener en su acepción de obligación, y en indicativo, el modo verbal de la realidad.
Se refiere a la tormenta psicológica continua en la mente de su personaje homosexual masculino a punto de aceptarse tal cual es. Que se trate de un homosexual masculino no excluye que sea ella la que razone sobre sí misma. Su corta edad y el silencio en que se tenía por entonces a la homosexualidad femenina, hacen pensarlo así.
Y ¿Por qué llega a lo de la fisiología? Porque es amplísima su formación en historia y literatura clásicas y no puede dejar de haber oído, ponderado y asimilado, la sentencia inserta por el poeta latino del siglo primero a.c. Tito Lucrecio Caro, en su compendio científico-didáctico en verso “De Rerum Natura”: “Ex nihilo nihil fit”: Nada se hace de la nada, nada procede o viene de nada, excluyendo de un plumazo toda la teoría del alma inmortal y sus potencias.
Parménides y Demócrito ya lo habían insinuado; el uno, afirmando que ningún ente “surgía” de la nada; el otro, con su teoría del átomo como constituyente del Mundo. Pero no hay noticia hasta ese momento, de sentencia tan categórica e inteligible como la de Lucano.
Esta sentencia axiomática tiene su corolario: Los entes del Mundo, los físicos y los “espirituales”, lo son en razón de la materia estructurada en millones y millones de configuraciones individuales de las que depende su identidad. Solo cuatro palabras bastaron para cimentar lo científico, lo evidente, lo verdadero. La historia del Cosmos, a partir de entonces, fue la historia de los cambios experimentados por la materia en su devenir. La Ciencia dejó de dar saltos en vacío.
A día de hoy, la ciencia no se pregunta por la razón de las cosas, ni si en ellas cabe alguna intencionalidad. Se pregunta únicamente por cuál es el material de que están hechas, por cómo están estructuradas y que funciones les son inherentes. La metafísica, relegada entre las supersticiones.
La ciencia constata la existencia de la Eternidad pero no trata de explicarla, reafirmada como está en considerar este intento una aporía, es decir, un fondo de saco sin salida ¡“Ex nihilo nihil fit” desde siempre y para siempre!
Es fácil desmontar lo irreal de la idea preponderante de la existencia de un alma inmortal. Basta una lesión o la simple intoxicación de las neuronas, para que la dicha alma cambie radicalmente de comportamiento ¿Por qué? Porque en el cerebro se sustenta todo lo que el alma abarca y contiene; lo vegetativo, lo sensitivo y lo “espiritual”. El homosexual lo es en razón de que en el área en el que arraiga su instinto sexual está impresa esta condición.
¿Qué esta aseveración no es demostrable? Lo será. Indicios ya tenemos: en el homosexual los hemisferios cerebrales adquieren diferentes dimensiones que en el hetero y en el gen de la masculinidad, en el cromosoma Y, se observan diferencias de estructura. ¿Qué esto es fantasios? Ya llegará el Galileo que demuestre su veracidad.
Alguien dirá que hablar así es simplería, que es como si se explicara el firmamento habiéndolo escrutado solo con prismáticos, pero es innegable que los avances tecnológicos nos aproximan cada vez más a las estrellas. Igual ocurre con el paralelo “firmamento” del átomo.
¿Qué hay de humillante en esta explicación? No veo qué. Tal vez Yourcenar se gloriara, sin razón, de estar hecha a la manera de Dios y, de golpe, hubiera descubierto que somos materia animada. Mejor hubiera sido haber utilizado el participio de presente del verbo decepcionar, decepcionante.
J. Manuel León
30-XI-2022