“Prosopon” es una palabra griega que quiere decir rostro, pero, también, máscara, fachada. De ahí prosopopeya: una figura retórica que consiste en atribuir a las cosas inanimadas y abstractas, acciones y cualidades propias de seres animados y a los seres irracionales, las del hombre. En la historia de la literatura se la ha asociado a la fábula con moraleja y a la crítica social. Quien primero la utilizó fue el mismísimo Homero, qué nos legó un poema corto, “Batracomiomaquia”, en el que cuenta una guerra entre ranas y ratones. La falta de contexto histórico impide que identifiquemos los hechos y los personajes. Como se trata de una crítica, cabe pensar que Homero también se vio obligado a disfrazar hechos que era inoportuno exponer abiertamente ¿Qué libertad ha tenido, y tiene, el pensamiento independiente? “Rebelión en la granja” es otro ejemplo señero. George Orwell, como Homero, se sirve de la prosopopeya para poner en solfa a Stalin, al Ejército de la URSS y al conjunto de Europa, que les rió las gracias. Esto es de lo que se duele Orwell: de la autocensura del mundo occidental durante largos años de guerra y de postguerra. Adalid de la libertad de pensamiento y de expresión, se rebela. En el escrito suyo que se ha hecho servir de preámbulo a la edición que yo he leído de este libro, trae a cuento un aserto de Voltaire: “Detesto lo que decís y defenderé hasta la muerte vuestro derecho a decirlo” ¡Gran retórica! Todas las libertades a las que tenemos derecho, han de tener su límite, para que en este mundo disfrutemos de una relativa paz. Más que otras, la de expresión, pues el verbo es la más poderosa arma que se conoce. Dicho esto, no puede ser callarse los hechos atroces. ¡Cuánto se ha ponderado la teoría utópica del comunismo y, qué de tiempo ha pasado hasta que la verdad de sus crímenes se ha abierto paso. Pero, aún más perverso que lo de antes, es lo de hoy: Hoy no se prohíbe, pero se sofistica el lenguaje, lo que quiere decir que se falsea y corrompe. Llamar al pan, pan y al vino, vino, no es “políticamente
correcto” y supone otra forma de morderse la lengua. El eufemismo actual, impuesto por los poderosos, es la forma más sutil de coartar la libertad.
El fin del curso 2021/2022 y la feliz existencia de este blog, me animan a escribir unas breves palabras sobre la última obra del ciclo: “Rebelión en la granja”. La presentación que nos ha brindado Carmen Santisteban es muy completa y exhaustiva y poco más se puede añadir respecto al argumento, los personajes, los mensajes y la intención del autor al escribirla.
En mi opinión es una obra muy interesante y no sólo para adultos con conocimientos históricos y políticos, sino también es adecuada su lectura en los Centros de Enseñanza para trabajar el sentido crítico y debatir con los niños y niñas, todos los temas que brinda la novela. “Rebelión en la granja” es una fábula inteligente, imaginativa y humorística, a la vez que una dura sátira contra el estalinismo, e indirectamente, o quizá no tan indirectamente, contra el capitalismo y contra los aspectos más relevantes y nefastos de ambos sistemas. Desde una perspectiva didáctica, la novela ofrece la posibilidad de reflexionar y debatir estos temas, ejemplificando la teoría en la obra. Estas podrían ser algunas de las propuestas:
Cómo muestra Orwell la crítica al capitalismo, en qué y en quiénes se manifiesta. A qué conduce la explotación de los animales y qué consecuencias tiene. Qué es una dictadura y qué métodos emplea. Cuándo se corrompen los cerdos, por qué y cómo lo manifiestan. Análisis y reflexión de las diferencias sociales, extrapolándolas a la actualidad. Análisis y reflexión de la frase: “Todos somos iguales pero unos más iguales que otros” Cómo acaba la novela y qué conclusión sacan los animales
La novela está narrada en tercera persona por un narrador externo, omnisciente que conoce incluso los pensamientos, tanto de los humanos como de los animales. El estilo es sencillo, claro y directo, dado su objetivo de denuncia. Aunque la novela sea una alegoría, una metáfora, con gran carga simbólica, utiliza un lenguaje alejado de retoricismos, para esclarecer el mensaje que quiere trasmitir.
Desde el punto de vista estructural, me ha llamado la atención el arte de Orwell para plantear el problema apenas comienza la obra. El tema es bastante complejo, pero ya queda planteado, como exige la teoría literaria, muy al principio, con el discurso de El Viejo Mayor. También, y cumpliendo con las particularidades de una buena novela, desde el inicio conocemos, no solo a los protagonistas sino también a los representantes de los diversos animales que habitaban la granja, y qué en gran medida pueden ser identificables con tipologías humanas. El desarrollo no puede estar mejor llevado para demostrar cómo se abusa del poder cuando las circunstancias lo permiten, adónde lleva la corrupción y cómo se reescríbe la ideal doctrina animalista. Y el final es elocuente: “Los animales asombrados pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al credo; y, nuevamente, del cerdo al hombre ; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro”
COMENTARIO DE J.M: LEÓN:
ResponderEliminar“Prosopon” es una palabra griega que quiere decir rostro, pero,
también, máscara, fachada. De ahí prosopopeya: una figura retórica
que consiste en atribuir a las cosas inanimadas y abstractas, acciones y
cualidades propias de seres animados y a los seres irracionales, las del
hombre. En la historia de la literatura se la ha asociado a la fábula con
moraleja y a la crítica social.
Quien primero la utilizó fue el mismísimo Homero, qué nos legó un
poema corto, “Batracomiomaquia”, en el que cuenta una guerra entre
ranas y ratones. La falta de contexto histórico impide que
identifiquemos los hechos y los personajes. Como se trata de una
crítica, cabe pensar que Homero también se vio obligado a disfrazar
hechos que era inoportuno exponer abiertamente ¿Qué libertad ha
tenido, y tiene, el pensamiento independiente?
“Rebelión en la granja” es otro ejemplo señero. George Orwell, como
Homero, se sirve de la prosopopeya para poner en solfa a Stalin, al
Ejército de la URSS y al conjunto de Europa, que les rió las gracias.
Esto es de lo que se duele Orwell: de la autocensura del mundo
occidental durante largos años de guerra y de postguerra. Adalid de la
libertad de pensamiento y de expresión, se rebela.
En el escrito suyo que se ha hecho servir de preámbulo a la edición
que yo he leído de este libro, trae a cuento un aserto de Voltaire:
“Detesto lo que decís y defenderé hasta la muerte vuestro derecho a
decirlo” ¡Gran retórica! Todas las libertades a las que tenemos
derecho, han de tener su límite, para que en este mundo disfrutemos
de una relativa paz. Más que otras, la de expresión, pues el verbo es la
más poderosa arma que se conoce. Dicho esto, no puede ser callarse
los hechos atroces. ¡Cuánto se ha ponderado la teoría utópica del
comunismo y, qué de tiempo ha pasado hasta que la verdad de sus
crímenes se ha abierto paso.
Pero, aún más perverso que lo de antes, es lo de hoy: Hoy no se
prohíbe, pero se sofistica el lenguaje, lo que quiere decir que se falsea
y corrompe. Llamar al pan, pan y al vino, vino, no es “políticamente
correcto” y supone otra forma de morderse la lengua. El eufemismo
actual, impuesto por los poderosos, es la forma más sutil de coartar la
libertad.
J. Manuel León.
7-VI-2022
REBELIÓN EN LA GRANJA
ResponderEliminarRafaela Lillo
El fin del curso 2021/2022 y la feliz existencia de este blog, me animan a escribir unas breves palabras sobre la última obra del ciclo: “Rebelión en la granja”. La presentación que nos ha brindado Carmen Santisteban es muy completa y exhaustiva y poco más se puede añadir respecto al argumento, los personajes, los mensajes y la intención del autor al escribirla.
En mi opinión es una obra muy interesante y no sólo para adultos con conocimientos históricos y políticos, sino también es adecuada su lectura en los Centros de Enseñanza para trabajar el sentido crítico y debatir con los niños y niñas, todos los temas que brinda la novela. “Rebelión en la granja” es una fábula inteligente, imaginativa y humorística, a la vez que una dura sátira contra el estalinismo, e indirectamente, o quizá no tan indirectamente, contra el capitalismo y contra los aspectos más relevantes y nefastos de ambos sistemas.
Desde una perspectiva didáctica, la novela ofrece la posibilidad de reflexionar y debatir estos temas, ejemplificando la teoría en la obra. Estas podrían ser algunas de las propuestas:
Cómo muestra Orwell la crítica al capitalismo, en qué y en quiénes se manifiesta.
A qué conduce la explotación de los animales y qué consecuencias tiene.
Qué es una dictadura y qué métodos emplea.
Cuándo se corrompen los cerdos, por qué y cómo lo manifiestan.
Análisis y reflexión de las diferencias sociales, extrapolándolas a la actualidad.
Análisis y reflexión de la frase: “Todos somos iguales pero unos más iguales que otros”
Cómo acaba la novela y qué conclusión sacan los animales
La novela está narrada en tercera persona por un narrador externo, omnisciente que conoce incluso los pensamientos, tanto de los humanos como de los animales. El estilo es sencillo, claro y directo, dado su objetivo de denuncia. Aunque la novela sea una alegoría, una metáfora, con gran carga simbólica, utiliza un lenguaje alejado de retoricismos, para esclarecer el mensaje que quiere trasmitir.
Desde el punto de vista estructural, me ha llamado la atención el arte de Orwell para plantear el problema apenas comienza la obra. El tema es bastante complejo, pero ya queda planteado, como exige la teoría literaria, muy al principio, con el discurso de El Viejo Mayor. También, y cumpliendo con las particularidades de una buena novela, desde el inicio conocemos, no solo a los protagonistas sino también a los representantes de los diversos animales que habitaban la granja, y qué en gran medida pueden ser identificables con tipologías humanas.
El desarrollo no puede estar mejor llevado para demostrar cómo se abusa del poder cuando las circunstancias lo permiten, adónde lleva la corrupción y cómo se reescríbe la ideal doctrina animalista. Y el final es elocuente: “Los animales asombrados pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al credo; y, nuevamente, del cerdo al hombre ; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro”