Muy interesante la labor que estais haciendo. Leyendo el relato de la visita que hicimos a Soria me venían a la mente los lugares y lo grato que fue el viaje y me gustaria recalcar el compañerismo que brilló en todo momento. Gracias.
Rafa, es un placer leer tu relato del viaje artístico y literario a la Soria de Antonio Machado que realizasteis un grupo de tertulianos. Has seleccionado versos de los poemas que revelan emociones y sentimientos ante la tragedia sufrida por el poeta. El poema titulado “a un olmo seco” lleno de esperanza por la posible recuperación de Leonor, su joven esposa enferma de tuberculosis, que nunca superaría, deja destrozado al poeta. Dolor y soledad inundan el alma del escritor tal como nos recuerda el poema: Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería. Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar. Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía. Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.
Los ríos de nuestras vidas terminan en el silencio, en la inmensidad y en la soledad del mar. Así lo expresó también Jorge Manrique en las Coplas por la muerte de su padre.
Muy interesante la labor que estais haciendo. Leyendo el relato de la visita que hicimos a Soria me venían a la mente los lugares y lo grato que fue el viaje y me gustaria recalcar el compañerismo que brilló en todo momento. Gracias.
ResponderEliminarRafa, es un placer leer tu relato del viaje artístico y literario a la Soria de Antonio Machado que realizasteis un grupo de tertulianos. Has seleccionado versos de los poemas que revelan emociones y sentimientos ante la tragedia sufrida por el poeta.
ResponderEliminarEl poema titulado “a un olmo seco” lleno de esperanza por la posible recuperación de Leonor, su joven esposa enferma de tuberculosis, que nunca superaría, deja destrozado al poeta. Dolor y soledad inundan el alma del escritor tal como nos recuerda el poema:
Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.
Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.
Los ríos de nuestras vidas terminan en el silencio, en la inmensidad y en la soledad del mar. Así lo expresó también Jorge Manrique en las Coplas por la muerte de su padre.