Si además de entretener un libro consigue la reflexión y el deseo de saber más sobre los temas tratados, merece el mejor de los elogios. Esto pasa con “Las escalas de Levante”. A través de la experiencia vital de varias generaciones recorremos La Anatolia, Francia, Palestina y Líbano. Y vivimos hechos tan notorios como el genocidio armenio (en riesgo de olvido), el conflicto territorial otomano, la resistencia francesa ante la invasión nazi, el nunca resuelto conflicto árabe-israelí y la guerra del Líbano. No está mal. Tiene además el mérito, siendo novela, de tratar de no hacer historia crítica de esos acontecimientos; eso lo deja para el lector. El libro invita a indagar sobre esos escenarios históricos. Leído ahora podemos acceder además al que, ya en forma de ensayo, ha escrito sobre la génesis del avispero que es hoy el próximo oriente. Lo titula “El naufragio de las civilizaciones”. Muy interesante. No obstante, la trama sentimental que sirve de excusa para ese viaje, la juzgo muy inferior. En este caso veo el marco mucho más importante que el lienzo. Es original el estilo de utilizar la doble línea narrativa, la del protagonista y la del entrevistador, pero no acabo de creerme algunos elementos de una historia apenas hilvanada, de poca consistencia. Aunque le veo al libro otras virtudes añadidas dignas de mención: Es eminentemente un alegato pacifista. Propugna el entendimiento entre pueblos, razas y culturas. Y se ensalza la virtud del mestizaje étnico y del cosmopolitismo. Valores todos ellos más explícitamente tratados en el ensayo citado, Maalouf afirma tener como lema unos versos de un poeta árabe del siglo XI, nacido en Denia, Abul-Salt Ibn Umayya. En un mundo en el que los nacionalismos identitarios y las religiones monoteístas son el origen de casi todas las catástrofes humanas de la historia, es siempre un pensamiento muy oportuno: Si es mi origen el polvo, cada país es el mío, y los mundos mis parientes.
LAS ESCALAS DE LEVANTE. El autor trata la novela como un reportaje periodístico que revela la vida de la familia protagonista durante tres generaciones a un relator anónimo, en varias sesiones que finalizan el mismo domingo de su estancia en París y en cuyo desenlace, el narrador tendrá oportunidad de observar: lo que podrá ser su final, o el nuevo principio de la convulsa vida de OSSIANE KETADBAR. El relato progresa en intensidad conforme avanzan los años, que arrancan medio siglo antes del nacimiento de Ossiane, con el derrocamiento y posterior suicidio de un soberano otomano, de cuya hija sería nieto. En todo Medio Oriente empezaban los conflictos y la familia cambiaba de residencia estableciéndose en enclaves cruzados por rutas comerciales, de donde toma título la novela, hasta recalar en Líbano. De privilegiado estatus económico y cultural, el padre de Ossiane con férrea formación y profundas convicciones, soñaba con un mundo donde fuera posible vivir uno al lado de otro entremezclando sus lenguas. Decía que los hombres nacen rebeldes y las escuelas los convierten en sumisos, cuando el mundo necesita hombres excepcionales que tracen el camino que les permita tener los pies en Oriente y la mirada en Occidente. El nombre de Ossiane no era casual, equivalía a lo que su padre deseaba en convertirlo (insumisión, rebelión, desobediencia), pero el solo deseaba estudiar medicina en Francia, adaptándose con facilidad sin llegar a sentirse extranjero y percibir ser aceptado. Sin pretenderlo, se ve envuelto en Movimientos de la Resistencia francesa contra la invasión alemana, colaborando en labores de enlace, lo que supuso de vuelta a su país, fuera recibido como un héroe para orgullo de su padre. Pero en Beirut habían empeorado las cosas. Su hermano Salem traficaba a espaldas de la familia y pronto fue detenido y encarcelado, aunque su condena se levantó gracias al apellido que llevaba. Ossiane se casó con una "judía-resistente" conocida en Francia, con la que marchó a vivir a Palestina, integrándose en movimientos para el fomento de convivencia entre judíos y árabes. A causa de una hemiplejía, su padre está a punto de fallecer y acude a su lado. El día del sepelio, Ossiane sufre una grave insolación que le deja trastornado y los médicos no pueden recuperarle. Su hermano maniobra hábilmente y consigue ingresarlo en un manicomio. Escapará de este lugar bastantes años después, tras sufrir un bombardeo cuando la guerra entre árabes y judíos estaba en pleno apogeo. Logra llegar a Francia con el apoyo de amistades que conserva. En mi opinión, no profundiza con los problemas de fondo de la zona, pero lo novela no deja de ser entretenida por la peculiaridad de sus personajes, aunque quizá el título me sugería expectativas diferentes. JULIAN NAVARRO
Tanto ha querido abarcar su autor en esta novela, de espacio, de tiempo y de acontecimientos, que ha necesitado de dos narradores, el que cuenta la historia y el que la elabora con los datos recibidos. Tal vez uno solo no hubiera podido desenmarañar y ordenar sus secuencias. A mí, personalmente, me parece que Maalouf incurre en el peor de los defectos que pueden afectar a un escritor, la prolijidad. No digo que la novela no valga; por el contrario, encuentro meritorio llevar a dos personas de etnias antagónicas, a un terreno neutral, Francia, para que ensanchen sus mentes; reunirlas al servicio de una causa justa y hacer que vivan juntas, un amor apasionado. Dicho de otro modo, la novela nos ofrece la mejor solución al antagonismo pertinaz entre musulmanes y judíos, el mestizaje. Si tuviera que destacar algo que me haya parecido modélico, elegiría la descripción de las cuestiones psiquiátricas, pues se reflejan muy bien los conocimientos médicos de la época y, sobre todo, los tratamientos bárbaros a los que sometían a los pacientes. Lo primordial era que los perturbados mentales no se volvieran frenéticos y, para ello, les emborrachaban con fármacos o les extirpaban parte de la corteza cerebral. El colmo de estos tratamientos es que quisieran lobectomizarr a un pobre invertido para revertir su tendencia natural.
Me encantan los tres comentarios de mis compañeros Ramón, Julián y Manuel.Me encantó escuchar a Carmen Santisteban en la excelente presentaciòn que hizo el lunes.Mi criterio sigue nutriéndose de haber escuchado la presentación y de vuestros comentarios,además de la lectura de la novela. De ésta diré que me parece un intento literario de llegar a las conciencias del drama humano,pero también de la voluntad humana de convivir, más allá de los articulos periodísticos o ensayos históricos.Ocurre en Oriente Próximo, tan proximo,que lo convertimos en verbo con la palabra "orientar" para saber que hacer y adonde ir. Más allá de la calidad literaria, a la que ya os habeís referido,creo que Europa limita con una herida abierta que la padecen ellos,pero que también es la nuestra.
Las Escalas de Levante: Ciudades de esa franja del Continente Asiático llamada Próximo Oriente en que se va deteniendo el suceder de esta novela.
Dado que ya está leída, muy bien presentada y, también, comentada con mucho acierto, se pone difícil añadir algo nuevo. Pero daré, sintetizando, mi apreciación personal. El libro me parece bien escrito y correctamente traducido. Amin Maalouf, o un relator, por un encuentro casual, en París (Francia también es muy importante en esta historia), nos abre a la vida de un descendiente de mandatarios otomanos. Esa vida que el protagonista va contando al relator es el largo monólogo en que se resuelve la novela. Estamos en junio de 1976. Pero el cuento empieza con el destronamiento de un gobernador turco, bisabuelo del Ossyan protagonista. El destronado se suicida o lo matan – nunca se supo- y de ahí partimos. Son cuatro generaciones las que vemos transitar por escenarios que conocen poco la paz en aquel complicado cruce de pueblos de diversas culturas y religiones. Vivirán sus tragedias, sus momentos felices. Nuestro personaje va recreando todo ello ante el interés de su entrevistador durante cuatro días que han de pasar hasta llegar a la cita que le ha traído a París. En un momento dado, el relator confiesa: “El célebre asunto para el que debía esperar cuatro días, y acerca del cual aún no me había atrevido a interrogarle, lo atormentaba sin descanso; (…) Se sentía incapaz de pensar en otra cosa”. Y yo he puesto el acento en esos cuatro días de zozobra y esperanza que Ossyán lleva dentro mientras va recordando y contando. Le espera una cita crucial para su porvenir: El encuentro es con la que fue su mujer, separados muchos años por circunstancias no buscadas. ¿Qué le habrá pasado al amor amontonado tantos años desde lejos? Pero ya no nos lo cuentan. Es el toque romántico del relato. Y lo romántico, en su origen, no era sinónimo de felicidad. Pasamos a otra cosa.
Al empezar a leer la novela, esperaba conocer más de lo que yo sabía sobre aquel Levante Mediterráneo multicultural y conflictivo. Pero me encontré con muchas más historias que Historia. Y algunos pasajes de esas historias me parecieron bastante inverosímiles, exagerados. No creo que hagan falta ejemplos para quien haya leído la novela. A pesar de estos reparos, tan personales, pienso que Maalouf es un buen escritor. Lo buscaré en otras obras suyas.
El autor, en este relato novelístico no pretende contar hechos históricos; da por supuesto que el lector los conoce. Lo que pretende es destacar que dos personajes, antagónicos por raza, al sacalos de sus respectivos contextos, no desarroyen su odio etnico ancestral y, por el contrario, se enamoren y pretendan la utopía de crear un pueblo mestizo que ponga fin al atávico encono mutuo. Por cierto, ¿Se ha permitido una licencia el autor y nos presenta un sultán de ficción? No doy con esos hechos supuestamente históricos, con los que arranca el relato.
He terminado de leer la novela “Las Escalas de Levante” así como la magnífica y completa presentación que sobre el autor y su obra ha realizado nuestra compañera Carmen Santisteban, a quien agradezco el título elegido para su lectura en común y la cantidad de información interesante aportada en dicha presentación. Como entusiasta lector de novela histórica esta contiene para mí todos los requisitos necesarios para satisfacer. Hago mención a la época, los conflictos geográficos, generacionales, étnicos, religiosos y morales, en la frontera de dos mundos que parece imposible que en algún momento puedan converger. Dos mundos que, incluso en la novela, se vislumbra como única solución al conflicto el exilio a América, “el porvenir no habita entre los muros del pasado”.
Leí el libro hace tiempo –cuando lo propusisteis– y, como no me atrapó demasiado, casi lo había olvidado, que es lo que me suele pasar cuando un libro no me fascina. La estupenda presentación de Carmen y los comentarios de todos, me lo han recordado y, por lo que acabo de decir, coincido con vosotros en que debe de tratarse de una obra menor de Maalouf, aunque escrita con el encomiable propósito de poner de relieve la necesidad de unión y comprensión entre culturas, aunque de una forma demasiado intrahistórica y anecdótica, y dejándonos, encima, con la incógnita de que sucederá entre los dos personajes principales (¿se unirán, se separarán definitivamente?). Quizá el autor debería haber apostado por un final, claro que si esta unión es un símbolo, es evidente que en la actualidad no lo puede hacer, salvo como deseo y utopía. Después de todo cuanto habéis dicho no hay mucho más que añadir. Sólo me gustaría poner el acento en esos olvidados que fueron los armenios y recomendar vivamente la película de Charles Aznavour y Marie José Croze (la drogadicta de “Las invasiones bárbaras”) sobre aquel terrible exterminio que ha pasado sin pena ni gloria a la historia: “Ararat” (2002). Entre los libros que tengo esperando turno para ser leídos hay uno de François Jullien que se titula “La identidad cultural no existe”; tengo ganas de tener tiempo para leerlo, pues propone que la cultura se mueve y se transforma; aunque hay que suponer que han de pasar siglos para que esto ocurra, y, sobre todo, una voluntad humana que destierre las guerras, tan constantemente presentes en la historia.
El título del libro que mencionas (La identidad cultural no existe) ha hecho que me acuerde de la novela patria. Conforme la leía, pensaba en como se podría afrontar el problema de la identidad cultural exclusivista. ¿Cuál no será el fanatismo de muchos jóvenes vascos que, por lograr la independencia (y aislamiento) de su minúsculo territorio, estén dispuestos a matar? Me contesté que la mejor manera sería alejar a esos jóvenes de su tierra contaminada de nacionalismo enano por un tiempo largo, becados en paises poco chovinistas. Pieno incluso que resultaraia, además de eficaz, más barato que su persecución y su castigo.
Poco queda por decir tras leer los comentarios expuestos en este espacio sobre la obra analizada y su autor "Amin Maalouf y su obra "Las Escalas de Levante". De este autor conocido por los amantes a la lectura se presentó en esta tertulia en Diciembre de 2010 "Samarcanda", una de sus obras quizás mas conocidas. No obstante acabo de descubrir "El Naufragio de las civilizaciones que estoy terminando de leer y que debo reconocer me está gustando mucho pues entre otros detalles me está recordando la cantidad de episodios internaciones: guerras, revoluciones, etc. que han tenido lugar a lo largo de mi vida y que en muchas ocasiones desconocia o tenía ligeras nociones de su impronta en nuestras sociedades. Recomendaría su lectura. No quiero dejar de resaltar la magnifica presentación del libro que hace Carmen Santiesteban del libro. Muchas gracias por tu aportación y trabajo.
LA EPERANZA ES LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE. Se dice que la esperanza es el “estado de ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos” Es famosa la Caja de Pandora, pues al abrirla salieron todos los males menos la Esperanza. Se consideró a esta como algo negativo junto con todos los males, algo paradójico, pero comprensible, porque no se tiene lo que se desea y la esperanza implica deseo. Viene a cuento este comentario por la situación tremendamente dura, diríamos que cruel, a la que se enfrentaba Ossyane: ( ver el capítulo El Sábado) “cada noche pensaba en irme” – escapar de la clínica donde le tenían recluido sin posibilidad de huir-. “Esperaba a mi hija” ( que lo sacaría de aquel infierno, tal vez vuelva dentro de un año, o dos… pero nunca volvió). “ Y además, el tiempo en la Residencia no transcurría de la misma forma que en el exterior. Nadie señalaba los días con muescas, como en las paredes de las prisiones. Estábamos allí a perpetuidad. Una perpetuidad de días idénticos. ¿Para qué contarlos? Sin embargo la ocasión se presentó cuando israelitas y palestinos luchaban entre sí por hacerse con la tierra prometida. Bombardean la zona donde está la residencia, el director propietario y los empleados huyen y ocurre lo inesperado: los “enfermos mentales” logran huir. La esperanza y la liberación tuvo su oportunidad.
Pregunta: hay esperanza para El Líbano y Palestina?
Ya está prácticamente todo dicho sobre la novela que estamos tratando "Escalas de Levante" y a cuya presentación tuve la fortuna de asistir personalmente como componente del Aula en la situación que estamos sufriendo. Disfruté mucho de la excelente presentación que hizo Carmen Santisteban, exhaustiva y acertada. Me gustó el recorrido que hizo de la obra de Maalouf, que cubre tanto paises como épocas en las que coloca la acción. La obra que estamos comentando nos habla de un mundo en destrucción tal como lo conocíamos, de la mano de un personaje testigo de una historia que no nos es desconocida, y en la que encuentro le falta algo de profundidad en el tratamiento del conflicto que tanta importancia tiene en el desarrollo de esta historia, causa del alejamiento de los personajes que inician el relato, Ossyan y Clara, claros representantes de una guerra que los arrastra. Quizás la esperanza se situe en la hija de ambos, resultado de esa relación entre Levante y Occidente. Algo que mencionó Carmen y que no he visto reflejado en los comentarios es la feminidad con la que trata a las mujeres: El cariño hacia la abuela con su "locura", la aceptación de su destino por parte de la madre de Ossyan, ofrecida como compensación en una situación límite, y no tenida en cuenta, siempre espectadora pero nunca participante, salvo en una oportunidad, y que tanta importancia tuvo para el futuro de toda la familia.
AMIN MAALOUF MERECÍA la espléndida presentación de nuestra amiga CARMEN. Los detalles del relato ya han sido suficientemente comentados. Quisiera, sin embargo, añadir unas breves líneas. El titulo evocador de Levante, un término para designar un lugar geográfico en desuso, conserva, sin embargo, todo el poético sabor con el que envolvimos los relatos situados en un lejano y misterioso Oriente, acogiendo a nuestros primeros personajes míticos. De Maalouf acabo de finalizar “EL NAUFRAGIO DE LAS CIVILIZACIONES, un intenso ensayo sobre las crisis sufridas durante el terrible siglo XX. Al tiempo, he podido contemplar muchas ciudades en ruina y el obligado éxodo de sus pobladores, castigados a refugiarse en inacabables ciudades de cartón piedra o de lona, que evitan, apenas, la lluvia y el frio. Acogen a pobladores fantasmales que habitan esos lugaress, donde “toda incomodidad tiene su asiento”, acompañado de todos los ingredientes que corteja la miseria. En esas ciudades sus habitantes encuentran todas las carencias inimaginables. Todas, salvo una que no les es permitida. Falta ese rayo de esperanza que les permita pensar en recuperar la dignidad perdida. Tal vez sea esta su peor desesperanza.
Si además de entretener un libro consigue la reflexión y el deseo de saber más sobre los temas tratados, merece el mejor de los elogios. Esto pasa con “Las escalas de Levante”. A través de la experiencia vital de varias generaciones recorremos La Anatolia, Francia, Palestina y Líbano. Y vivimos hechos tan notorios como el genocidio armenio (en riesgo de olvido), el conflicto territorial otomano, la resistencia francesa ante la invasión nazi, el nunca resuelto conflicto árabe-israelí y la guerra del Líbano. No está mal. Tiene además el mérito, siendo novela, de tratar de no hacer historia crítica de esos acontecimientos; eso lo deja para el lector. El libro invita a indagar sobre esos escenarios históricos. Leído ahora podemos acceder además al que, ya en forma de ensayo, ha escrito sobre la génesis del avispero que es hoy el próximo oriente. Lo titula “El naufragio de las civilizaciones”. Muy interesante.
ResponderEliminarNo obstante, la trama sentimental que sirve de excusa para ese viaje, la juzgo muy inferior. En este caso veo el marco mucho más importante que el lienzo. Es original el estilo de utilizar la doble línea narrativa, la del protagonista y la del entrevistador, pero no acabo de creerme algunos elementos de una historia apenas hilvanada, de poca consistencia.
Aunque le veo al libro otras virtudes añadidas dignas de mención: Es eminentemente un alegato pacifista. Propugna el entendimiento entre pueblos, razas y culturas. Y se ensalza la virtud del mestizaje étnico y del cosmopolitismo. Valores todos ellos más explícitamente tratados en el ensayo citado, Maalouf afirma tener como lema unos versos de un poeta árabe del siglo XI, nacido en Denia, Abul-Salt Ibn Umayya. En un mundo en el que los nacionalismos identitarios y las religiones monoteístas son el origen de casi todas las catástrofes humanas de la historia, es siempre un pensamiento muy oportuno:
Si es mi origen el polvo,
cada país es el mío,
y los mundos mis parientes.
LAS ESCALAS DE LEVANTE. El autor trata la novela como un reportaje periodístico que revela la vida de la familia protagonista durante tres generaciones a un relator anónimo, en varias sesiones que finalizan el mismo domingo de su estancia en París y en cuyo desenlace, el narrador tendrá oportunidad de observar: lo que podrá ser su final, o el nuevo principio de la convulsa vida de OSSIANE KETADBAR.
ResponderEliminarEl relato progresa en intensidad conforme avanzan los años, que arrancan medio siglo antes del nacimiento de Ossiane, con el derrocamiento y posterior suicidio de un soberano otomano, de cuya hija sería nieto. En todo Medio Oriente empezaban los conflictos y la familia cambiaba de residencia estableciéndose en enclaves cruzados por rutas comerciales, de donde toma título la novela, hasta recalar en Líbano. De privilegiado estatus económico y cultural, el padre de Ossiane con férrea formación y profundas convicciones, soñaba con un mundo donde fuera posible vivir uno al lado de otro entremezclando sus lenguas. Decía que los hombres nacen rebeldes y las escuelas los convierten en sumisos, cuando el mundo necesita hombres excepcionales que tracen el camino que les permita tener los pies en Oriente y la mirada en Occidente.
El nombre de Ossiane no era casual, equivalía a lo que su padre deseaba en convertirlo (insumisión, rebelión, desobediencia), pero el solo deseaba estudiar medicina en Francia, adaptándose con facilidad sin llegar a sentirse extranjero y percibir ser aceptado. Sin pretenderlo, se ve envuelto en Movimientos de la Resistencia francesa contra la invasión alemana, colaborando en labores de enlace, lo que supuso de vuelta a su país, fuera recibido como un héroe para orgullo de su padre. Pero en Beirut habían empeorado las cosas. Su hermano Salem traficaba a espaldas de la familia y pronto fue detenido y encarcelado, aunque su condena se levantó gracias al apellido que llevaba. Ossiane se casó con una "judía-resistente" conocida en Francia, con la que marchó a vivir a Palestina, integrándose en movimientos para el fomento de convivencia entre judíos y árabes.
A causa de una hemiplejía, su padre está a punto de fallecer y acude a su lado. El día del sepelio, Ossiane sufre una grave insolación que le deja trastornado y los médicos no pueden recuperarle. Su hermano maniobra hábilmente y consigue ingresarlo en un manicomio. Escapará de este lugar bastantes años después, tras sufrir un bombardeo cuando la guerra entre árabes y judíos estaba en pleno apogeo. Logra llegar a Francia con el apoyo de amistades que conserva.
En mi opinión, no profundiza con los problemas de fondo de la zona, pero lo novela no deja de ser entretenida por la peculiaridad de sus personajes, aunque quizá el título me sugería expectativas diferentes.
JULIAN NAVARRO
Tanto ha querido abarcar su autor en esta novela, de espacio, de tiempo y de acontecimientos, que ha necesitado de dos narradores, el que cuenta la historia y el que la elabora con los datos recibidos. Tal vez uno solo no hubiera podido desenmarañar y ordenar sus secuencias.
ResponderEliminarA mí, personalmente, me parece que Maalouf incurre en el peor de los defectos que pueden afectar a un escritor, la prolijidad. No digo que la novela no valga; por el contrario, encuentro meritorio llevar a dos personas de etnias antagónicas, a un terreno neutral, Francia, para que ensanchen sus mentes; reunirlas al servicio de una causa justa y hacer que vivan juntas, un amor apasionado. Dicho de otro modo, la novela nos ofrece la mejor solución al antagonismo pertinaz entre musulmanes y judíos, el mestizaje.
Si tuviera que destacar algo que me haya parecido modélico, elegiría la descripción de las cuestiones psiquiátricas, pues se reflejan muy bien los conocimientos médicos de la época y, sobre todo, los tratamientos bárbaros a los que sometían a los pacientes. Lo primordial era que los perturbados mentales no se volvieran frenéticos y, para ello, les emborrachaban con fármacos o les extirpaban parte de la corteza cerebral. El colmo de estos tratamientos es que quisieran lobectomizarr a un pobre invertido para revertir su tendencia natural.
Me encantan los tres comentarios de mis compañeros Ramón, Julián y Manuel.Me encantó escuchar a Carmen Santisteban en la excelente presentaciòn que hizo el lunes.Mi criterio sigue nutriéndose de haber escuchado la presentación y de vuestros comentarios,además de la lectura de la novela.
ResponderEliminarDe ésta diré que me parece un intento literario de llegar a las conciencias del drama humano,pero también de la voluntad humana de convivir, más allá de los articulos periodísticos o ensayos históricos.Ocurre en Oriente Próximo, tan proximo,que lo convertimos en verbo con la palabra "orientar" para saber que hacer y adonde ir.
Más allá de la calidad literaria, a la que ya os habeís referido,creo que Europa limita con una herida abierta que la padecen ellos,pero que también es la nuestra.
Las Escalas de Levante: Ciudades de esa franja del Continente Asiático llamada Próximo Oriente en que se va deteniendo el suceder de esta novela.
ResponderEliminarDado que ya está leída, muy bien presentada y, también, comentada con mucho acierto, se pone difícil añadir algo nuevo. Pero daré, sintetizando, mi apreciación personal.
El libro me parece bien escrito y correctamente traducido. Amin Maalouf, o un relator, por un encuentro casual, en París (Francia también es muy importante en esta historia), nos abre a la vida de un descendiente de mandatarios otomanos. Esa vida que el protagonista va contando al relator es el largo monólogo en que se resuelve la novela. Estamos en junio de 1976. Pero el cuento empieza con el destronamiento de un gobernador turco, bisabuelo del Ossyan protagonista. El destronado se suicida o lo matan – nunca se supo- y de ahí partimos. Son cuatro generaciones las que vemos transitar por escenarios que conocen poco la paz en aquel complicado cruce de pueblos de diversas culturas y religiones. Vivirán sus tragedias, sus momentos felices. Nuestro personaje va recreando todo ello ante el interés de su entrevistador durante cuatro días que han de pasar hasta llegar a la cita que le ha traído a París. En un momento dado, el relator confiesa: “El célebre asunto para el que debía esperar cuatro días, y acerca del cual aún no me había atrevido a interrogarle, lo atormentaba sin descanso; (…) Se sentía incapaz de pensar en otra cosa”. Y yo he puesto el acento en esos cuatro días de zozobra y esperanza que Ossyán lleva dentro mientras va recordando y contando. Le espera una cita crucial para su porvenir: El encuentro es con la que fue su mujer, separados muchos años por circunstancias no buscadas. ¿Qué le habrá pasado al amor amontonado tantos años desde lejos? Pero ya no nos lo cuentan. Es el toque romántico del relato. Y lo romántico, en su origen, no era sinónimo de felicidad.
Pasamos a otra cosa.
Al empezar a leer la novela, esperaba conocer más de lo que yo sabía sobre aquel Levante Mediterráneo multicultural y conflictivo. Pero me encontré con muchas más historias que Historia. Y algunos pasajes de esas historias me parecieron bastante inverosímiles, exagerados. No creo que hagan falta ejemplos para quien haya leído la novela.
A pesar de estos reparos, tan personales, pienso que Maalouf es un buen escritor. Lo buscaré en otras obras suyas.
El autor, en este relato novelístico no pretende contar hechos históricos; da por supuesto que el lector los conoce. Lo que pretende es destacar que dos personajes, antagónicos por raza, al sacalos de sus respectivos contextos, no desarroyen su odio etnico ancestral y, por el contrario, se enamoren y pretendan la utopía de crear un pueblo mestizo que ponga fin al atávico encono mutuo.
EliminarPor cierto, ¿Se ha permitido una licencia el autor y nos presenta un sultán de ficción? No doy con esos hechos supuestamente históricos, con los que arranca el relato.
He terminado de leer la novela “Las Escalas de Levante” así como la magnífica y completa presentación que sobre el autor y su obra ha realizado nuestra compañera Carmen Santisteban, a quien agradezco el título elegido para su lectura en común y la cantidad de información interesante aportada en dicha presentación.
ResponderEliminarComo entusiasta lector de novela histórica esta contiene para mí todos los requisitos necesarios para satisfacer. Hago mención a la época, los conflictos geográficos, generacionales, étnicos, religiosos y morales, en la frontera de dos mundos que parece imposible que en algún momento puedan converger. Dos mundos que, incluso en la novela, se vislumbra como única solución al conflicto el exilio a América, “el porvenir no habita entre los muros del pasado”.
Leí el libro hace tiempo –cuando lo propusisteis– y, como no me atrapó demasiado, casi lo había olvidado, que es lo que me suele pasar cuando un libro no me fascina. La estupenda presentación de Carmen y los comentarios de todos, me lo han recordado y, por lo que acabo de decir, coincido con vosotros en que debe de tratarse de una obra menor de Maalouf, aunque escrita con el encomiable propósito de poner de relieve la necesidad de unión y comprensión entre culturas, aunque de una forma demasiado intrahistórica y anecdótica, y dejándonos, encima, con la incógnita de que sucederá entre los dos personajes principales (¿se unirán, se separarán definitivamente?). Quizá el autor debería haber apostado por un final, claro que si esta unión es un símbolo, es evidente que en la actualidad no lo puede hacer, salvo como deseo y utopía.
ResponderEliminarDespués de todo cuanto habéis dicho no hay mucho más que añadir. Sólo me gustaría poner el acento en esos olvidados que fueron los armenios y recomendar vivamente la película de Charles Aznavour y Marie José Croze (la drogadicta de “Las invasiones bárbaras”) sobre aquel terrible exterminio que ha pasado sin pena ni gloria a la historia: “Ararat” (2002).
Entre los libros que tengo esperando turno para ser leídos hay uno de François Jullien que se titula “La identidad cultural no existe”; tengo ganas de tener tiempo para leerlo, pues propone que la cultura se mueve y se transforma; aunque hay que suponer que han de pasar siglos para que esto ocurra, y, sobre todo, una voluntad humana que destierre las guerras, tan constantemente presentes en la historia.
El título del libro que mencionas (La identidad cultural no existe) ha hecho que me acuerde de la novela patria. Conforme la leía, pensaba en como se podría afrontar el problema de la identidad cultural exclusivista. ¿Cuál no será el fanatismo de muchos jóvenes vascos que, por lograr la independencia (y aislamiento) de su minúsculo territorio, estén dispuestos a matar? Me contesté que la mejor manera sería alejar a esos jóvenes de su tierra contaminada de nacionalismo enano por un tiempo largo, becados en paises poco chovinistas. Pieno incluso que resultaraia, además de eficaz, más barato que su persecución y su castigo.
EliminarPoco queda por decir tras leer los comentarios expuestos en este espacio sobre la obra analizada y su autor "Amin Maalouf y su obra "Las Escalas de Levante". De este autor conocido por los amantes a la lectura se presentó en esta tertulia en Diciembre de 2010 "Samarcanda", una de sus obras quizás mas conocidas. No obstante acabo de descubrir "El Naufragio de las civilizaciones que estoy terminando de leer y que debo reconocer me está gustando mucho pues entre otros detalles me está recordando la cantidad de episodios internaciones: guerras, revoluciones, etc. que han tenido lugar a lo largo de mi vida y que en muchas ocasiones desconocia o tenía ligeras nociones de su impronta en nuestras sociedades. Recomendaría su lectura. No quiero dejar de resaltar la magnifica presentación del libro que hace Carmen Santiesteban del libro. Muchas gracias por tu aportación y trabajo.
ResponderEliminarLA EPERANZA ES LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE.
ResponderEliminarSe dice que la esperanza es el “estado de ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos”
Es famosa la Caja de Pandora, pues al abrirla salieron todos los males menos la Esperanza. Se consideró a esta como algo negativo junto con todos los males, algo paradójico, pero comprensible, porque no se tiene lo que se desea y la esperanza implica deseo.
Viene a cuento este comentario por la situación tremendamente dura, diríamos que cruel, a la que se enfrentaba Ossyane: ( ver el capítulo El Sábado) “cada noche pensaba en irme” – escapar de la clínica donde le tenían recluido sin posibilidad de huir-. “Esperaba a mi hija” ( que lo sacaría de aquel infierno, tal vez vuelva dentro de un año, o dos… pero nunca volvió). “ Y además, el tiempo en la Residencia no transcurría de la misma forma que en el exterior. Nadie señalaba los días con muescas, como en las paredes de las prisiones. Estábamos allí a perpetuidad. Una perpetuidad de días idénticos. ¿Para qué contarlos?
Sin embargo la ocasión se presentó cuando israelitas y palestinos luchaban entre sí por hacerse con la tierra prometida. Bombardean la zona donde está la residencia, el director propietario y los empleados huyen y ocurre lo inesperado: los “enfermos mentales” logran huir. La esperanza y la liberación tuvo su oportunidad.
Pregunta: hay esperanza para El Líbano y Palestina?
Ya está prácticamente todo dicho sobre la novela que estamos tratando "Escalas de Levante" y a cuya presentación tuve la fortuna de asistir personalmente como componente del Aula en la situación que estamos sufriendo. Disfruté mucho de la excelente presentación que hizo Carmen Santisteban, exhaustiva y acertada. Me gustó el recorrido que hizo de la obra de Maalouf, que cubre tanto paises como épocas en las que coloca la acción. La obra que estamos comentando nos habla de un mundo en destrucción tal como lo conocíamos, de la mano de un personaje testigo de una historia que no nos es desconocida, y en la que encuentro le falta algo de profundidad en el tratamiento del conflicto que tanta importancia tiene en el desarrollo de esta historia, causa del alejamiento de los personajes que inician el relato, Ossyan y Clara, claros representantes de una guerra que los arrastra. Quizás la esperanza se situe en la hija de ambos, resultado de esa relación entre Levante y Occidente.
ResponderEliminarAlgo que mencionó Carmen y que no he visto reflejado en los comentarios es la feminidad con la que trata a las mujeres: El cariño hacia la abuela con su "locura", la aceptación de su destino por parte de la madre de Ossyan, ofrecida como compensación en una situación límite, y no tenida en cuenta, siempre espectadora pero nunca participante, salvo en una oportunidad, y que tanta importancia tuvo para el futuro de toda la familia.
Un acierto el resaltar la figura de las mujeres, Mayca.
ResponderEliminarAMIN MAALOUF MERECÍA la espléndida presentación de nuestra amiga CARMEN. Los detalles del relato ya han sido suficientemente comentados. Quisiera, sin embargo, añadir unas breves líneas.
ResponderEliminarEl titulo evocador de Levante, un término para designar un lugar geográfico en desuso, conserva, sin embargo, todo el poético sabor con el que envolvimos los relatos situados en un lejano y misterioso Oriente, acogiendo a nuestros primeros personajes míticos.
De Maalouf acabo de finalizar “EL NAUFRAGIO DE LAS CIVILIZACIONES, un intenso ensayo sobre las crisis sufridas durante el terrible siglo XX. Al tiempo, he podido contemplar muchas ciudades en ruina y el obligado éxodo de sus pobladores, castigados a refugiarse en inacabables ciudades de cartón piedra o de lona, que evitan, apenas, la lluvia y el frio. Acogen a pobladores fantasmales que habitan esos lugaress, donde “toda incomodidad tiene su asiento”, acompañado de todos los ingredientes que corteja la miseria. En esas ciudades sus habitantes encuentran todas las carencias inimaginables. Todas, salvo una que no les es permitida. Falta ese rayo de esperanza que les permita pensar en recuperar la dignidad perdida.
Tal vez sea esta su peor desesperanza.