domingo, 7 de febrero de 2021

El balcón en invierno de Luis Landero

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13 comentarios:

  1. Trato de seguir la magnifica exposición y presentación de Rafaela y Manolo.
    Coincido con Rafaela en las preguntas que muy acertadamente plantea para el debate. Con mi opinión de lector me compongo unas respuestas,que como dice Rafaela, es una lástima no poderlas comentar personalmente.
    Un escritor trata de comenzar una novela. Sabe que ha de inventar unos hechos. En su incertidumbre ante el folio en blanco, piensa en cualquier detalle o concepto que pudiera ayudarle a encontrar el camino. Observa la vida cotidiana que siempre ha estado ahí, lo que ve desde su balcón.”La vertiente de un tejado,un gato,alegres macetas…” piensa que eso es lo verdadero y decide hacer una novela basada en su propia biografía. Algo aparentemente simple y personal hace que este lector se identifique: es lo que yo observé desde mi balcón durante el encierro de la pandemia.
    ¿El autor renuncia a inventar por estar cansado de la mentira que supone contar lo ficticio?¿Es realmente autobiográfica la novela? Aquí se plantea la frontera entre ficción y realidad:la autobiografía recurre a la memoria,pero la memoria es selectiva,la visión de la realidad depende de la subjetividad.¿Es la subjetividad una forma de ficción?
    Por otro lado,la ficción siempre se basa en la realidad. Se dice que de la nada no se saca nada.
    Por lo tanto,basándonos en estos conceptos resultaría que la frontera entre la ficción y la realidad es difusa. De hecho, en la novela aparecen personajes que cuentan historias que no es posible afirmar cuanto tienen de verdaderas y cuanto de fantasía.
    El autor se decide por dar relevancia a lo verdadero:el esfuerzo por interesar al lector en lo que sucede dentro de una familia o un grupo reducido de personas a lo largo del tiempo. Es una tarea difícil. Hay pasajes en el libro que se parecen a la redacción de un ejercicio de colegio. Sin embargo, la sinceridad narrativa hace que este lector sienta como propias las situaciones.
    Un ejemplo:el autor se pregunta:”¿Realmente me gusta escribir?¿Me habré equivocado?Este puede ser el pensamiento común que todos sentimos como propio: la pregunta sin respuesta. En nuestra vida sólo vivimos una opción entre infinitas posibilidades paralelas. Imposible saber que habría sido de nosotros si nos hubiese tocado vivir bajo otras circunstancias,si hubiésemos tomado otro camino,si hubiésemos conocido a otras personas...Nuestro destino podría haber sido diferente a causa de los detalles por pequeños que sean.
    Otro ejemplo: a mí también me ocurrió que cuando era tiempo no pregunté cosas a mis mayores, cosas que me gustaría saber y ahora es tarde porque ellos ya no están.
    Yo, por haber nacido y vivido mi infancia en el campo,creo posible que con la soledad y las limitaciones de recursos, el autor busca la lectura como vía de escape a otros mundos. A pesar de la escasez de libros,o quizá por esta causa, el autor evoluciona hacia la literatura.
    La visión feliz, romántica de la vida campestre, las costumbres perdidas, las narraciones orales, las camisas blancas de los segadores,etc.,parece que olvidan la vida dura del campo. Es que la memoria selecciona los buenos momentos. Prevalece la nostalgia por el paraíso perdido de la infancia,la felicidad inconsciente rememorada al cabo de los años. Como dijo Schopenhauer:”La felicidad es eso que siempre está en el recuerdo”.
    Habla de las maravillas de Madrid a sus pisanos del pueblo y maravillas del pueblo a sus compañeros en Madrid. Él vive en los dos mundos, su autoestima está comprometida con ambos. Parece un motivo para practicar la ficción.
    En mi opinión la novela es una autobiografía novelada, valga la redundancia. Una novela al fin y al cabo. Está estructurada por épocas que van hacia delante o hacia atrás,como un caótico oleaje de la memoria. El autor habla también del proceso de construcción de la novela por lo que hay un componente de meta-literatura. El lenguaje es sencillo y directo. No hay tensión narrativa. La novela tiene el mérito de hacer que una historia personal sea interesante para el lector.


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  2. Mi comentario sobre El balcón en invierno, de Luis Landero

    Lo malo de intentar comentar un libro cuya presentación es tan completa, tan profunda y tan exacta es que lo único inteligente que cabe decir es…”eso digo yo”. Así que trataré de exponer las impresiones personales que me ha producido su lectura.

    Desde el punto de vista literario solo puedo adherirme a las apreciaciones de Rafaela con la que estoy plenamente de acuerdo:… transparencia de un lenguaje con magia…prosa brillante, clara, directa, auténtica… estilo fluido a la vez que profundo…
    La estudiada sencillez del texto y algunos guiños del autor como la alusión metaliteraria del principio en la que nos confiesa que como se ha atascado con la novela en ciernes, nos va a contar sus cosas. Y el estilo narrativo, tan peculiar de dirigirse a sí mismo en segunda persona, nos hace sentirnos próximos a él, a hacernos partícipes. Esa es la impresión que yo he tenido. Y lo veo como un acierto.

    Pero es desde el punto de vista emocional en lo que yo me he sentido más concernido. Teniendo en cuenta que el autor es coetáneo nuestro. Y que hemos vivido el ambiente rural. Y cabalgado los dos siglos, entre el campo y la urbe, se me hace muy próximo. Y comulgo con los sentimientos que anidan en Landero. Tengo la sensación de que en ese tránsito, el mundo ha ido muy deprisa, demasiado deprisa. Y de que, pese a las limitaciones materiales de la época, o quizá por eso, se añora un paraíso perdido.

    Me voy a permitir aquí una anécdota personal, que aunque en una situación diferente, me ha evocado la lectura de este libro. Hace años quise indagar sobre el aspecto humano de un poblado desaparecido, allá por las fechas que se citan aquí (mediados del XX). Era un pequeño pueblo, encajado en un fértil valle, frondoso, todo de vega junto al río, orientado al sol del mediodía, que fue engullido por las aguas en el primer desarrollo. Para eso entrevisté a varias personas, ya mayores, que lo habían vivido. Esas conversaciones fueron ilustrativas, emocionales y muy aleccionadoras. Uno de ellos se fue a la mili en el 45, justo cuando, una vez culminada la presa, las aguas avanzaban inexorables y ya recalaban las huertas bajas (“el agua se veía ya en el hondo…”, me decía). Tuvo que vivir la experiencia de sentir el agua a los pies antes de cargar apresuradamente el carro con los enseres para partir, a través de las cartas de sus familiares que se lo iban contando. Eduardo ya no pudo volver a su pueblo, al regreso de Canarias tuvo que instalarse en otro lugar. El sitio solo es visible cuando en épocas de mucha sequía, las reservas del embalse quedan por debajo del diez por ciento de su capacidad. En uno de esos momentos, yo lo llevé allí para que ante aquellas desérticas ruinas él me contara. Habían pasado 60 años y pese a que solo vivía a treinta kilómetros, nunca había vuelto. Seguramente el querer mantener vivos los colores del recuerdo le pudo más que la curiosidad. Desde lo alto de un altozano, junto a los restos del pino gordo, me dibujó los detalles del lugar y sus vívidos recuerdos. En los pocos minutos que allí estuvimos yo vi en su cara y en sus ojos añorantes, todo un relato, tan rico como el que Landero nos ha contado aquí magistralmente.

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  3. Compañeros, yo he ido a buscar el libro a la Biblioteca y estaba prestado. Así que, me traje el siguiente "LAS ESCALAS DE LEVANTE" DE Amin Maalouf (que no sé quien presentará), entonces lo leí antes de recibir el que nos ocupa de parte de Ramón.
    Eso hizo que comparara la diferencia de escritor. Lamentable para mí, porque al leer EL BALCON, no me gustó lo que puso de relleno al inicio y el resto es contar su vida (muy bien logrado, eso sí), pero bastante simple para lo que esperaba.
    Tal vez, cualquiera de vosotros lo hubiera hecho igual o mejor. Fijarse como Rafaela describe en su presentación lo que se trata en tal o cual capítulo. Las razones y las explicaciones de Rafael o Ramón los sitúan casi en la misma calidad del escritor, por lo menos en este libro. Disculpadme la sinceridad.

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  4. Manuel Sánchez, 16 de febrero de 2021.

    El padre de Luis Landero quería que su hijo fuera "un hombre de provecho". Ese es el deseo y el proyecto de todo padre. Lo difícil es lograrlo, pues la vida ofrece diferentes oportunidades a cada uno. Tal vez el padre lograría convencer a la familia de emigrar a Madrid, cambiar el campo y el pueblo por la capital que prometía ascenso social, económico y mejores ofertas de promoción. No fue un buen modelo el padre para el hijo. La madre llega a decir que al padre "no le gustaba nada trabajar". Si que le gustaba soñar con que a su edad sería ya miliar de carrera u otros empleos de categoría. Insiste en que el hijo se esfuerce para alcanzar ser un buen abogado...un hombre de provecho. El hijo recorre diversos pequeños empleos, pero en ninguno sienta cabeza, lo cual enfurece al padre hasta el punto de castigarlo y humillarlo en algunas ocasión. El chico no escapo ni siquiera de unos cuantos correazos. ( pedagogía bastante común en aquea época). "demasiado padre para mí", dirá el autor. La muerte de mi padre habría de causarme años después -cuando empecé a comprenderlo, a admirarlo, a compadecerme de él, a saldar la leuda de todo el cariño y la gratitud que le debía-. Sintió una pena honda y una pesada culpa.

    sangoma42@gmail.com

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    1. Muy de acuerdo contigo. El padre pone sobre los hombros del hijo la responsabilidad de ser lo que él no ha querido o sabido ser.

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  5. En los añorados tiempos del Aula presencial recuerdo a Carmela, que regularmente era una nota discordante en los comentarios sobre un libro determinado sobre el que estábamos debatiendo. Hoy voy a ser yo esa figura discordante. En Jesús Landero admiro la calidad de su escritura, su destreza al presentarnos un tiempo y una sociedad que se presenta gris, sin esperanza. Si nacías campesino estabas condenado a ser campesino, porque no conoces otra forma de vida, por lo general ignorante de otra posibilidad.
    El padre tiene la oportunidad de ir al servicio militar, como ocurría con frecuencia en aquellos años, lo que a muchos campesinos les permitía atisbar un mundo más allá de sus surcos. Después de participar en la guerra, regresa a su mundo, con sueños pero sin herramientas para llevarlos a cabo. Al cerrar el libro me pregunté qué me había aportado esta historia autobiográfica y tuve que confesarme que muy poco, aparte del disfrute de un estilo depurado y n gran rigor en el recuerdo

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  6. Lo primero felicitar a Manuel y a Rafaela por su prolija y esmerada presentación, recorriendo la obra del autor y adentrándonos en los entresijos de “El balcón de invierno”.
    Coincido con Rafaela en valorar la magnífica prosa del autor, sencilla y precisa, y en su capacidad para pasar de descripciones no exentas de gracia (como la primera presentación de su primo Paco) a otras casi sacras (la magnífica descripción de los rituales seguidos por los empleados de la tienda de ultramarinos) o pasajes puramente poéticos (“Entretanto, había anochecido del todo. Sobre las ruinas del día se iba haciendo la noche…etc.” pág. 177), que dan fe de su virtuosismo para fabular con diferentes registros.
    Hay una cosa que Rafaela nombra en el audio que nos ha mandado, recogiendo las palabras de Ramón, y que me gusta resaltar a mí también, pues me llamó la atención. Y es las cuatro incursiones que hace Landero en la segunda persona –cuando todo la obra está narrada en primera-, un guiño literario indudable que intenta coger al lector de la mano y acercarlo hacia sí.
    No me interesa entrar a discutir si estamos en una novela autobiográfica, una autobiografía novelada u otras combinaciones posibles. Es como si nos paráramos a hacerlo con “Recordatorios” de Marguerite Yourcenar. Personalmente, no creo que tenga mucha importancia para valorar un libro. (Es una opinión).
    Creo que el de Landero es valorable por su prosa, como ya he indicado… pero, uniéndome a Norma y a Mayca y también algo a María y Elena (no sé), pienso que no por mucho más. También me gusta ser discordante para darle vidilla a esto. Decía Virginia Wolf que “…El único método seguro de decidir si una novela es buena o mala es simplemente observar nuestras propias sensaciones al llegar a la última página. Si nos sentimos vivos, frescos y llenos de ideas, entonces es buena; si quedamos hartos, indiferentes y con poca vitalidad, entonces es mala”. No voy a decir que el libro de Landero (sea novela autobiografía… o lo que sea) es malo, pero sí digo que, quitando su prosa (hasta he aprendido doce palabras nuevas) su contenido me ha dejado bastante indiferente. Me han gustado, sí, los personajes . Su vida me interesa bastante poco.
    Quizá tenga parte de culpa el haber leído seguidas dos obras del realismo costumbrista español (la de Aldecoa y esta) y por eso me uno a la propuesta que realiza María de abrirnos a una literatura universal.
    Veremos qué nos trae Amin Maalouf.
    Quería haber sido más breve, perdón.

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  7. Sangoma42mail.com. Manuel Sánchez, 9 de febrero de 2021

    “Una mano amiga sobre el hombro” es el título del capítulo 15 en el que Landero nos narra su feliz encuentro con el maestro que le sedujo para convertirse en escritor con el tiempo.
    Gregorio Manuel Guerrero, tal era su nombre, que además de profesor era un empresario vocacional despertó en él la pasión por la literatura y elogió algunos de sus poemas. Un maestro que sabía escuchar, preguntar, sugerir iniciar en la comprensión de las cosas. Y de los poemas pasó a la prosa. El alumno compró el Quijote y el profesor le fue dejando otros libros. De esta forma se fue introduciendo en Borges, Kafka, García Márquez y otros.
    Cuando Luis Landero comenzó su actividad profesional como profesor de literatura en el instituto Calderón de la Barca en Madrid, nos dice que aconsejaba a sus alumnos que fueran originales y que poseyeran ansias de conocimiento.
    Aristóteles inicia la Metafísica con la frase “ todos los hombres – hoy día diríamos todo ser humano- desea, por naturaleza, saber” El principio de la filosofía es el deseo de saber, innato en todo ser humano, estimulado por la admiración y la curiosidad ante los fenómenos naturales y sociales.

    También yo me voy a permitir mi experiencia de profesor, que por cierto, la inicie a edad muy temprana. Cuando apenas tenía diez años le llevaba el almuerzo al chico que, con la yunta de mulos, labraba la tierra. El joven tenía unos veinte años pero era analfabeto: Durante un breve descanso me pedía, casi rogaba, que le pusiera una cuenta y una muestra. Quería saber. Ahora cuando recuerdo aquellos ratos pasados con él en el campo comprendo mejor lo que decía Aristóteles: “todo hombre por naturaleza…”. El mayor orgullo y felicidad que puede experimentar un maestro es haber iniciado a los alumnos en saber escribir, leer y manejar los números. Cuando ahora vemos a nuestros nietos decirnos: abu, ya sé la primera letra de mi nombre… volvemos a sentir la emoción porque se inicia en ellos ese deseo de saber.
    No sé qué habrá sido de aquel joven yuntero, mulero, pero estoy seguro de que habrá llegado a ser “un hombre de provecho”.
    Por este motivo deseo que mi lectura del libro de Landero y mi comentario sean un pequeño homenaje a los padres que cuidan de la educación y la enseñanza de sus hijos, y especialmente a los maestros que abren el mundo a los que quieren saber.

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    1. Muy buena tu anécdota. A mí me choca en el libro de Landero que, aunque sea muy claro con el papel de su profesor, le dedique tan poco espacio (apenas tres páginas), cuando fue absolutamente determinante en su vida, tan desorientada hasta entonces. Quizá lo guarde para "El huerto de Emerson", el que acaba de publicar...

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  8. Poco queda que decir de la obra y el autor "El balcón en invierno" de Luis Landero después de todo lo que w ha plasmado en este Blog. Su lectura nos retrotae y nos procura momentos de gratos recuerdos en nuestras propias vidas: recuerdos claros de infancia junto a otros que poco a poco se nos borran de la mente con los años. Pero lo que no se nos olvida es el momento del despertar a la literatura que tantas satisfacciones nos ofrece todavía hoy en día.

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  9. Buscando en el Blog un libro que yo presenté en la Tertulia el 29-1-1912 "A la sombra del Granado" de Tarik Ali, he descubierto la interesante y numerosa biblioteca que tenemos archivada a lo largo de todos estos años:
    del 2010 hasta la actualidad) títulos, presentaciones, comentarios, visitas de escritores y opiniones... Para mí, que debo confesar no me había introducido demasiado, ha sido un gran descubrimiento e invito a "echar un vistazo" con la casi seguridad de encontrarla interesante.

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  10. Landero, Luis: El balcón en invierno


    He leído El balcón en invierno con placer y con provecho. Quiero decir que me ha gustado mucho. Intento explicar por qué.
    Un primer acierto lo veo en el nivel de lenguaje elegido. Cercano a la norma pero sin pedantería. Claro sin vulgaridad. Sazonado, en dosis discreta, de ruralismo extremeño. Su sencillez, más aparente que real, hace posible una estructura compleja. A lo largo de 245 páginas se entretejen tres líneas narrativas: autobiografía, saga e intrahistoria. Cabe considerarlas por separado.
    Luis Landero, miembro de una familia sin estudios y de ascendencia judía (hojalateros desde la Edad Media), Nacido en Alburquerque, pueblo extremeño de unos 5.000 habitantes, tuvo una infancia campesina, poblada de fantasía y de “palabras malabares”. Su descubrimiento de la cultura, y de la vocación literaria, fue tardío. y en él tuvo papel decisivo un maestro inolvidable, el primer intelectual con el que se cruzó en su vida. Cuando la familia deja el campo para establecerse en Madrid, experimenta una transformación radical. En 1.969 ya estaba enraizada su vocación de escritor, paralela a una actividad docente (en sus niveles medio y superior), hecha posible tras la obtención de una licenciatura en filología hispánica..
    Este recorrido se hace visible sobre un fondo familiar. Landero declara haberle dicho a su madre que este era un libro sobre toda la familia y que todo lo dicho en él se correspondía exactamente con la verdad. Sobre este fondo familiar destacan figuras como el padre (fallecido en 1.964), el primo y cuñado Paco (ambos guitarristas). Llegados a este punto, conviene resaltar, a efectos narrativos, que en la vida rural la frontera entre lo público y lo privado se difumina hasta desaparecer o poco menos, la calle se convierte en prolongación de la casa. Los campesinos, por su parte, no contemplan la naturaleza, ni tienen conciencia estética de ella, sino que se asimilan a ella, se funden con ella, entrelazando sus límites respectivos.
    Y, como fondo, enmarcador y aglutinador, la captación del fluir de lo intrahistórico, de lo cotidiano de gentes sencillas que alcanzan poco o nada de las transformaciones que se están produciendo y de las que ellas mismas participan. Tiene cabida aquí la transición de la España rural a la urbana (centrada en los decenios de 1.950 a 1.970) y lamenta la pérdida de la primera. De ahí que, cuando se regresa al pueblo, se tiene la sensación de estar fuera del tiempo, tanto el histórico como el existencial, se le agrava a uno el sentimiento de extranjería. Y, cuando se lo abandona, desde la lejanía, se lo vuelva a amar, renazca en el que va y viene el ansia de recuperar lo originario.

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  11. Muy buena, Luis, tu argumentación y muy bien plasmada la realidad que refleja la novela. Me ha gustado mucho cómo calificas el lenguaje: cercano, claro y sazonado. Muy acertado tu puntualizacion sobre la frontera entre lo público y lo privado y sobre la hintrahistoria que brinda la novela, algo, en mi opinión, productivo como recuerdo y entrañable.

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