Leí Hamnet la primavera pasada, y me pareció un libro muy bonito, por ello cuando Mayca la propuso pensé que era un acierto. Que era un libro que había que leer, y Maggie O’Farrell una autora a la que había que conocer.
La novela tiene un narrador externo omnisciente que sabe todos los pormenores de la historia, que conoce los sentimientos, pensamientos y deseos más íntimos de los personajes y que escarba en ellos dando forma a unos caracteres celosamente construidos.
La trama está tejida con hilos de realidad y de leyenda, con algunos datos, histórico y con mucha ficción. El protagonista no es el gran Shakespeare -“monstruo de la naturaleza-“ No interesan sus obras, ni su fama. Es Agnes la que brilla; la mujer, la madre, la esposa, la amante de las plantas curativas. Es a ella a la que la autora concede más proyección humana, más luces, mucho más protagonismo. Podríamos decir que toda la novela gira a su alrededor, y que Agnes es el foco principal.
En cuanto al tiempo narrativo hay que señalar que la novela comienza “in media res”, en el momento en el que Hamnet, al ver a su hermana gemela Judit, enferma, busca desesperadamente a alguien de la familia para que la ayude. Es un inicio precioso y brillante, lleno de matices que enlentecen la acción, a pesar de la gravedad del momento, pero que resultan de una gran belleza descriptiva y de una gran emotividad. Es fácil entender la angustia del pequeño, ponerse en su situación y comprender su inquietud cuando, ante la urgencia de socorrer a su hermana, se da cuenta de que está solo:
“¿Dónde están todos? ¿Cómo es que no hay nadie en ninguna de las dos casas? (…) Le confunde estar tan solo (…) ¿Dónde estarán? ¿Qué hace él ahora?”
Y a partir de este inicio, mediante digresiones y rupturas temporales, para traer a escena el pasado, e incluso para anticipar el futuro, se va conociendo todo la historia familiar y personal de ambos, hasta llegar a un punto de inflexión trascendente: la muerte del hijo, la muerte de Hamnet. En mi opinión uno de los momentos más impresionantes, bellos y mejor narrados del libro. Un hecho que dejará a Agnes transida de dolor, sumida en un duelo infinito, cargado de escrúpulos, remordimientos, pensamientos negativos y responsabilidades:
“Más tarde, y en lo que le quede de vida, pensará que si hubiera ido en ese mismo momento, si hubiera recogido las bolsas, las plantas, la miel y se hubiera ido a casa, (...) tal vez hubiera podido adelantarse a lo que iba a suceder”.
Y de este profundo sentimiento de pérdida la salva la autora, -con una hipótesis magistral- cuando ficciona que su marido, el comediante, lo devuelve a la vida de la única forma que sabe y puede: poniendo el nombre del hijo a su mejor obra.
Son varios los temas que aborda la novela: azar y destino; vida y muerte; ambiente de la época, espacios interiores y exteriores, medicina natural; realidad e intuición; la vida familiar, el afecto, el dolor, y la libertad personal. Así, vemos como, por azar, unas pulgas viajeras serán las causantes de la muerte de Hamnet. Agnes es una persona que ama la vida y ayuda a vivir y a curar, pero la muerte es una existencia que la cubre de sombras. Vida y muerte, dos realidades inseparables. En la trama de la novela, la voz narrativa hace coincidir el parto de Agnes con la incertidumbre de la muerte de alguno de sus tres hijos ya que ella tiene el presentimiento de que solo dos serán los que la acompañarán en la muerte.
Los espacios interiores son las casas, las cocinas, las alcobas donde se vive y se muere, y los exteriores, una parcela de terreno que se extiende desde la casa hasta el bosque, llena de huertos de flores y plantas -huerto de brujas lo llama la madrastra- panales de abejas que ella cuida personalmente, familiarizándose con los insectos con los que, incluso, habla.
Agnes es una mujer que defiende su libertad personal. Parece no rendir cuentas a nadie y no le importan los comentarios ni la maledicencia de la gente de Stratford. Se viste como quiere, lleva al hombro un cernícalo, posee capacidades extrasensoriales y es tan valiente y particular que, cuando piensa que ha llegado el momento del parto, se dirige sola al bosque, se sitúa al amparo de un árbol conocido, aguanta con valor los dolores y colabora en el nacimiento de su hija.
Hamnet ha sido considerado uno de los mejores libros del año 2021. Es una obra bella que derrocha sensibilidad, ternura, delicadeza y sensualidad. No es una novela de ritmo ágil o rápido, al contrario, el “tempo” de la historia es más bien lento, pausado, con descripciones que detienen la acción, que la escenifican, que muestran con detalle lugares, hechos, emociones y sentimientos. Maggie O’Farrell, con un léxico cuidado y poético, nos ha brindado un libro rebosante de lirismo a la vez que profundamente humano; una novela que emociona, seduce y sorprende.
Hola, adjunto comentario del compañero J. M. León sobre este libro.
El verbo recrear tiene dos acepciones, ambas transitivas: crear o producir de nuevo y divertir, alegrar o deleitar. Esta novela es relativa a ambas y a mí me ha deleitado. Y me ha deleitado, además de por el asunto que recrea, por el lenguaje, naturalista y bien ceñido de los diversos personajes, todos ellos imprescindibles para que el lector comprenda el completo de la historia.
La autora balancea muy bien a sus protagonistas. El peso del narrador me ha parecido mayor que el del resto, pues carga con crear ese medioambiente entre brujeril y poético en el que se mueve el personaje principal, es decir, el aire que Agnes respira. Por esto, por medio-bruja, ella es rechazada por todos excepto por los niños y por su marido, de algún modo también mago. Este narrador habla como los demás, con naturalidad, con llaneza, y, si tiene que adornar lo que dice con una comparación, con un símil o una metáfora, lo extrae también, como Homero, de la Naturaleza.
A este “Hamnet”, yo lo veo muy teatral. Está compuesto de cuadros o escenas separados y, a modo de telón hay como un quiebro narrativo que exige del lector resituarse en el espacio y en el tiempo. Me ha parecido que, con esta técnica, Maggie O’Farrell esté haciendo un guiño al propio Shakespeare, pues que, atendiendo únicamente a los diálogos, suprimido el narrador, la historia seguiría siendo comprensible. Claro que se convertiría en una novela dialogada y habría perdido naturalidad y no rezumaría encanto.
Para hacerlo así está el teatro, pero el teatro necesita del intérprete. Su encanto se basa mitad por mitad en el texto y en el director y los actores. La puesta en escena, de ser buena, puede conseguir de una obra insulsa, un éxito de público. Pero en la novela, el lector está a solas y, si no hay narrador que conglomere las piezas que describen la acción, su lectura resulta premiosa y…tediosa. La mayoría de nosotros no estamos capacitados para crear ambiente y, mucho menos, contexto
Gracias, Maica, por habernos dado a conocer esta autora y esta obra…singular.
Comentario de RAFAELA LILLO
ResponderEliminarLeí Hamnet la primavera pasada, y me pareció un libro muy bonito, por ello cuando Mayca la propuso pensé que era un acierto. Que era un libro que había que leer, y Maggie O’Farrell una autora a la que había que conocer.
La novela tiene un narrador externo omnisciente que sabe todos los pormenores de la historia, que conoce los sentimientos, pensamientos y deseos más íntimos de los personajes y que escarba en ellos dando forma a unos caracteres celosamente construidos.
La trama está tejida con hilos de realidad y de leyenda, con algunos datos, histórico y con mucha ficción. El protagonista no es el gran Shakespeare -“monstruo de la naturaleza-“ No interesan sus obras, ni su fama. Es Agnes la que brilla; la mujer, la madre, la esposa, la amante de las plantas curativas. Es a ella a la que la autora concede más proyección humana, más luces, mucho más protagonismo. Podríamos decir que toda la novela gira a su alrededor, y que Agnes es el foco principal.
En cuanto al tiempo narrativo hay que señalar que la novela comienza “in media res”, en el momento en el que Hamnet, al ver a su hermana gemela Judit, enferma, busca desesperadamente a alguien de la familia para que la ayude. Es un inicio precioso y brillante, lleno de matices que enlentecen la acción, a pesar de la gravedad del momento, pero que resultan de una gran belleza descriptiva y de una gran emotividad. Es fácil entender la angustia del pequeño, ponerse en su situación y comprender su inquietud cuando, ante la urgencia de socorrer a su hermana, se da cuenta de que está solo:
“¿Dónde están todos? ¿Cómo es que no hay nadie en ninguna de las dos casas? (…) Le confunde estar tan solo (…) ¿Dónde estarán? ¿Qué hace él ahora?”
Y a partir de este inicio, mediante digresiones y rupturas temporales, para traer a escena el pasado, e incluso para anticipar el futuro, se va conociendo todo la historia familiar y personal de ambos, hasta llegar a un punto de inflexión trascendente: la muerte del hijo, la muerte de Hamnet. En mi opinión uno de los momentos más impresionantes, bellos y mejor narrados del libro. Un hecho que dejará a Agnes transida de dolor, sumida en un duelo infinito, cargado de escrúpulos, remordimientos, pensamientos negativos y responsabilidades:
“Más tarde, y en lo que le quede de vida, pensará que si hubiera ido en ese mismo momento, si hubiera recogido las bolsas, las plantas, la miel y se hubiera ido a casa, (...) tal vez hubiera podido adelantarse a lo que iba a suceder”.
(Sigue)
(Continúa el comentario de Rafaela Lillo)
ResponderEliminarY de este profundo sentimiento de pérdida la salva la autora, -con una hipótesis magistral- cuando ficciona que su marido, el comediante, lo devuelve a la vida de la única forma que sabe y puede: poniendo el nombre del hijo a su mejor obra.
Son varios los temas que aborda la novela: azar y destino; vida y muerte; ambiente de la época, espacios interiores y exteriores, medicina natural; realidad e intuición; la vida familiar, el afecto, el dolor, y la libertad personal. Así, vemos como, por azar, unas pulgas viajeras serán las causantes de la muerte de Hamnet. Agnes es una persona que ama la vida y ayuda a vivir y a curar, pero la muerte es una existencia que la cubre de sombras. Vida y muerte, dos realidades inseparables. En la trama de la novela, la voz narrativa hace coincidir el parto de Agnes con la incertidumbre de la muerte de alguno de sus tres hijos ya que ella tiene el presentimiento de que solo dos serán los que la acompañarán en la muerte.
Los espacios interiores son las casas, las cocinas, las alcobas donde se vive y se muere, y los exteriores, una parcela de terreno que se extiende desde la casa hasta el bosque, llena de huertos de flores y plantas -huerto de brujas lo llama la madrastra- panales de abejas que ella cuida personalmente, familiarizándose con los insectos con los que, incluso, habla.
Agnes es una mujer que defiende su libertad personal. Parece no rendir cuentas a nadie y no le importan los comentarios ni la maledicencia de la gente de Stratford. Se viste como quiere, lleva al hombro un cernícalo, posee capacidades extrasensoriales y es tan valiente y particular que, cuando piensa que ha llegado el momento del parto, se dirige sola al bosque, se sitúa al amparo de un árbol conocido, aguanta con valor los dolores y colabora en el nacimiento de su hija.
Hamnet ha sido considerado uno de los mejores libros del año 2021. Es una obra bella que derrocha sensibilidad, ternura, delicadeza y sensualidad. No es una novela de ritmo ágil o rápido, al contrario, el “tempo” de la historia es más bien lento, pausado, con descripciones que detienen la acción, que la escenifican, que muestran con detalle lugares, hechos, emociones y sentimientos. Maggie O’Farrell, con un léxico cuidado y poético, nos ha brindado un libro rebosante de lirismo a la vez que profundamente humano; una novela que emociona, seduce y sorprende.
Rafaela Lillo
Hola, adjunto comentario del compañero J. M. León sobre este libro.
ResponderEliminarEl verbo recrear tiene dos acepciones, ambas transitivas: crear o producir de nuevo y divertir, alegrar o deleitar. Esta novela es relativa a ambas y a mí me ha deleitado. Y me ha deleitado, además de por el asunto que recrea, por el lenguaje, naturalista y bien ceñido de los diversos personajes, todos ellos imprescindibles para que el lector comprenda el completo de la historia.
La autora balancea muy bien a sus protagonistas. El peso del narrador me ha parecido mayor que el del resto, pues carga con crear ese medioambiente entre brujeril y poético en el que se mueve el personaje principal, es decir, el aire que Agnes respira. Por esto, por medio-bruja, ella es rechazada por todos excepto por los niños y por su marido, de algún modo también mago. Este narrador habla como los demás, con naturalidad, con llaneza, y, si tiene que adornar lo que dice con una comparación, con un símil o una metáfora, lo extrae también, como Homero, de la Naturaleza.
A este “Hamnet”, yo lo veo muy teatral. Está compuesto de cuadros o escenas separados y, a modo de telón hay como un quiebro narrativo que exige del lector resituarse en el espacio y en el tiempo.
Me ha parecido que, con esta técnica, Maggie O’Farrell esté haciendo un guiño al propio Shakespeare, pues que, atendiendo únicamente a los diálogos, suprimido el narrador, la historia seguiría siendo comprensible. Claro que se convertiría en una novela dialogada y habría perdido naturalidad y no rezumaría encanto.
Para hacerlo así está el teatro, pero el teatro necesita del intérprete. Su encanto se basa mitad por mitad en el texto y en el director y los actores. La puesta en escena, de ser buena, puede conseguir de una obra insulsa, un éxito de público. Pero en la novela, el lector está a solas y, si no hay narrador que conglomere las piezas que describen la acción, su lectura resulta premiosa y…tediosa. La mayoría de nosotros no estamos capacitados para crear ambiente y, mucho menos, contexto
Gracias, Maica, por habernos dado a conocer esta autora y esta obra…singular.
J. Manuel León.
24-III-2022
Prueba
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