lunes, 16 de enero de 2017

HOMO FABER de Max Frisch


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2 comentarios:

  1. Comentario de JM León (Primera Parte)

    Max Frisch.
    Homo Faber. (De Homo-inis y faber-fabri.)
    Seix Barral 1961.
    Traducción de Margarita Fontseré. (Solo he podido saber de esta traductora que era esposa de Joan Petit, por entonces director literario de Seix Barral.)Su traducción, en apariencia, me ha parecido más que correcta, incluso literaria cuando describe paisajes y meteoros.


    Hay una primera intención en el autor de este relato: descubrirnos la identidad de su personaje principal. Un personaje emergente en la sociedad del siglo XX. Un hombre que se entrega en cuerpo y alma a la máquina. La diseña. Crea las piezas. Las ensambla y las hace funcionar.
    Y, en este caso, no se trata de máquinas cualesquiera: las turbinas de generación eléctrica mediante la utilización de la fuerza del agua en su caída, son máquinas enormes, aunque de simple concepción.
    El problema es su magnitud. Y, para quien las monta, el aislamiento en que debe vivir durante años, en países lejanos, en lugares agrestes y rodeados mayormente por personas de escasa cultura, con las que se tiene que entender a través (en aquella época de los años 50) de malos traductores y por gestos.
    Esto, un día tras de otro, crea una impronta de solitario y todopoderoso en la persona del montador, dando lugar a un personaje-isla, hasta entonces desconocido.
    El autor hace de este protagonista el narrador, de principio a fin del libro. Todo lo que cuenta ha pasado por su cerebro. Y, además, desarrolla su relato no por capítulos sino por etapas. Etapas de su vida. Está clara su intención de que la personalidad que quiere hacernos conocer, no nace ni la gobierna otra persona que si mismo.
    La coreografía a su alrededor sirve para contrastar y destacar ese carácter.
    Al papel llega una novela con marcas absolutas de realidad y objetividad y un lenguaje despojado de hojarasca retórica. Algo que Walter afirma repetidamente. Más aún, lleva siempre consigo una máquina de escribir de tamaño reducido, a fin de poner el mínimo de sí mismo en lo que escribe.

    Constantemente Walter Faber está y quiere estar solo. En la página 86 de la primera edición en castellano dice “Estoy acostumbrado a estar solo. Vivo, como todo hombre de verdad, entregado a mi trabajo. Al contrario, no deseo otra cosa y me considero feliz de vivir solo, única situación posible para un hombre, a mi entender. Me gusta poderme despertar solo, sin tener que decir una palabra. ¿Donde está la mujer capaz de entenderlo? Y. Por si fuera esto poco, unas líneas más abajo, “Tomar el desayuno con una mujer, bueno, por excepción; desayunar en una terraza, pero jamás lo he soportado más allá de tres semanas. Eso es bueno para las vacaciones, cuando uno tampoco sabría que hacer todo el día. Pero al cabo de tres semanas (lo más) echo de menos las turbinas.”
    Este lenguaje, sin ninguna ambigüedad, deja patente su condición actual y entrever su experiencia vital. Ningún circunloquio. Perfectamente entendible. Sin disimulo.

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  2. Comentario JM León (Segunda Parte)
    En otro momento afirma su sinceridad, aunque dice que se callan algunas cosas que no quiere contar.
    ¿Cómo ha llegado a esto?
    Nace en Suiza, tierra de relojeros y, por tanto, de exactitud. Por entonces además pionera en fabricar y montar turbinas (Casa Charmilles). Inteligente. Dotado para la matemática, la física y el dibujo. Apasionado, no por las cosas mismas (que también); mucho más por de qué están hechas y como están hechas y qué función hace cada una de sus piezas. Para él queda claro que, de todo lo que existe, la máquina es lo que mejor puede comprenderse y gobernarse.
    Además de las máquinas en el mundo hay muchas más cosas que en absoluto le interesan y hace referencia a las novelas y a las obras de arte.
    Destaca, (y esto es la guía principal del relato) su relación con cuatro mujeres a lo largo de su vida. Desabrida con las tres primeras y de ternura entrañable con la cuarta.
    La primera (de la cual no menciona su nombre) lo seduce cuando él es todavía un escolar. Dos juicios suyos la retratan: “Cuando besaba mi cuerpo infantil se me figuraba una loca o una perra” y “Murió ese mismo verano y yo la olvidé como se olvida el agua que uno bebió en un momento de sed”.

    La segunda (en realidad la tercera por cronología, a quien hace católica, modelo y casada. La llama Iby, que significa hiedra, calificándola así de atrapadora. Y dice más: “Este es el nombre apropiado a todas las mujeres.”
    La tercera, (En realidad la segunda) Hanna, que significa benéfica, compasiva, llena de gracia. Y así es el personaje. Pero a la vez inteligente, analítica, sin considerarse inferior ante él, decidiendo y resolviendo por sí misma. Después de muchos años de separación, en momentos de agobio y congoja, se entrega enteramente a él, sin considerar todo el daño que le ha hecho.
    La cuarta, Sabeth, adolescente, todavía no mujer granada. Elisabeth tiene el significado “mujer a la que Dios presta su ayuda. Mujer divina, a quien Dios apoya. Protegida por la gracia de Dios). Es graciosa, sincera, creativa; le presta atención, le hace jugar, le recrea y le impone la necesidad de vivir cada momento, salpicando los hechos con gracia y donosura.
    Al principio la hace semejar a una niña crecida, con la agilidad y desenvoltura de un animal joven, una potrita. Pero pronto, en pocos días, está enamorado de verdad y la niña le sigue el juego.
    De ella no nos dice más. Pero a él le vemos que vive días de alegrías, de bromas, de juego y, con toda seguridad de sexo.
    Esta etapa es corta. Acaba en drama y Walter nos da a entender que tener un muerto propio es motivo para arraigar en la tierra donde su muerto esta depositado.

    Mi juicio último es que se trata de una novela muy original, que pone su foco en la dimensión exagerada de hombre faber que todos los varones llevamos dentro cuando nos entregamos completamente a un trabajo y disfrutamos con él. Lo logra en la medida que cada uno se vea representado en este personaje.

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