lunes, 24 de marzo de 2025

Lectura y análisis de El PRÍNCIPE de Maquiavelo

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3 comentarios:

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  3. A la tercera va la vencida. La ciencia informática la adquiriré cuando me reencarne.





    Menos cansina se me hubiera hecho la lectura del “Príncipe” de haberlo empezado por el último capítulo. Sabia que “El Príncipe” era una especie de prontuario para que un hombre fuerte ganara, ejerciera y conservara el poder, aun sin atenerse, llegado el caso, a preceptos éticos. Lo que desconocía, y es importante, era la intención de Maquiavelo cuando lo elaboró. Solo en ese capítulo, el XXVI, la hace patente y es noble: cohexionar Italia bajo una bandera única y, sumadas sus fuerzas, arrojar de sus términos a oportunistas invasores extranjeros. A la luz de esta intención, esas mismas prescripciones que Maquiavelo dictamina, han dejado de parecerme de hombre “zorro”, y las veo propias de un patriota. De haberlo hecho caso Lorenzo de Médicis y se hubiera cumplido su proyecto, hoy Maquiavelo sería un noble y en su casa, blasonaría un escudo de armas.

    La edición que yo he manejado añada al título de “El Príncipe” un subtítulo: “Un Sueño, Una estrategia, Un Libro”, complemento que veo cabal.

    El sueño le parece alcanzable a Maquiavelo. Ve propicias las circunstancias del momento y cree tener al “hombre prudente y virtuoso para instaurar una nueva forma de gobierno, por la cual, lograra la felicidad de los italianos”. Ese hombre es Lorenzo de Medicis. La estrategia a seguir, se elaborará a tenor de los consejos de su prontuario y se aplicará con resolución y prontitud. Mala suerte para Italia; el hombre fuerte no hizo caso.

    Pero a Maquiavelo le mueve otra razón, esta no altruista: “congraciarse” con Lorenzo de Medicis y darle “testimonio” de su “sometimiento”, con el único propósito de que lo saque de su ostracismo y lo devuelva a la vida pública. Tampoco lo consiguió. Mala suerte para Maquiavelo. Ni siquiera llegó a ver su libro publicado.

    Mucho se ha dicho y se dirá de este libro. No entro en ello. Pero de su estilo, sí que tengo algo que decir: conforme lo leía, me iba pareciendo que, a semejanza de cuando se lee a Cicerón o a Salustio, estaba leyendo un texto atemporal.

    J, Manuel León
    26-III-2025






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