martes, 28 de enero de 2025

Lectura de la novela NOVECENTO de Alessandro Barico

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1 comentario:

  1. Un buen texto literario, además de unos hechos interesantes bien contados, debe permitir leer entre líneas cual sea el propósito del autor al escribirlo. Pareciera que Barico en este Novecento nos proponga comportarnos en libertad y autenticidad. Que cada cual pulse las teclas del piano propio y arranque de él la melodía de su manera de ser, sin miramiento a lo que hagan los demás, porque vivir obligado al que dirán, resta aplomo y conlleva adocenarse.

    Barico crea un personaje independiente y libre. Para ello, parece que se haya atenido a dos principios: el “CONOCETE A TI MISMO” del templo de Apolo en Delfos y el “SÉ TU MISMO” que, de muchísima menos prosapia, es complementario del primero.

    Novecento nace en un trasatlántico. Expósito, no estará ligado al pasado de sus padres. Prohijado por un marinero capaz de mandar las leyes a ”la mierda”, crece casi en total libertad. El resultado va a ser un arquetipo del buen salvaje que aprende a conformarse con lo necesario, siendo en su sentir lo necesario, el reducto de su barco y el océano inmenso. Sabe que hay un más allá, pero no lo necesita.

    Muerto en un accidente el padre putativo, intuyendo ser llevado al orfanato, se escabulle. Cuando reaparece, lo hace en unión simbiótica con un piano, y, aunque nadie lo ha enseñado, arranca de él sonidos singulares que producen fascinación en quien escucha. Cuando el capitán, medio dormido, le increpa por alborotar al pasaje de primera clase en mitad de la noche incumpliendo el reglamento, el niño, a la manera del padre, contesta sonriente: “A la mierda el reglamento”. Estamos pues ante un ser dulce, anárquico, cuya vida a partir de ahora va a ser solo su música.

    ¿Qué lección con esta fábula nos quiere dar Barico? Que basta conociéndonos a nosotros mismos, y, conscientes de quien somos, tecleemos nuestra propia melodía en el piano propio. Solo con eso, viviremos a satisfacción y, mortales, aceptaremos serenamente nuestro final.

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